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124 Pachinas

200 g de peso

Formato de 13 x 21 cm

Año d'edizión: 2009

Coleczión: viceVersa

ISBN: 978-84-8094-402-1

RELOJ DE BOLSILLO

Autor: Chusé Inazio Nabarro (Чусe Инасио Наварро)

Traduziu por Aleksey Yéschenko (Алексей Ещенко)

PVP:12,00 EUR

Leyer-ne una abanza

Sinopsis

Es una almadía de cuatro tramos confeccionada solamente con palabras. Palabras de buena madera, eso sí, pero sólo de palabras. Es un excelente ejercicio de impostación narrativa y también lingüística. Es un relato narrado en primera persona en el que un personaje nacido en Sobrarbe, a mitad del siglo XIX y que es pastor, almadiero, marino y combatiente, nos cuenta su viaje vital alrededor del mundo y su lengua. La primera edición de este título, en aragonés, se realizó en 2006. Esta es la primera edición en castellano.

Este título recibió, además, el IV Premio de Novela Corta “Ziudá de Balbastro” 2006.


Fes sociedat a:

  • 12-05-2012 Diario del Altoaragón


    Una poética lingüística de la nieve pirenaica

    Reseña de: Nabarro, Chusé Inazio: Reloch de pocha.
    Zaragoza: Gara d’Edizions, 2006, 127 p.

    Hace poco más de un año, preparando el resumen de un proyecto de investigación sobre la lexicología del aragonés común, en cierto momento tuve la sensación de haber resuelto el nudo gordiano de las complicadas relaciones que se establecen entre la lengua literaria común, que, para una comunidad humana, es como una especie de carta de presentación de sus potencialidades artístico-literarias y, al mismo tiempo, un modelo idiomático que algunos llaman estándar (¿puede competir un coche estándar –o sea, acabado de salir de una cadena de producción– con uno de fórmula uno?). Había dispuesto desordenadamente sobre el tablero de mi mesa de trabajo varias decenas de libros escritos en aragonés –unos en aragonés común y otros, en alguna variedad local de la misma lengua– y durante un par de horas los estuve repasando uno tras otro, escogiendo un título al azar, el que estuviera a mano o llamara mi atención por algún motivo, hasta que vi con toda claridad que la barrera que ciertos estudiosos inventaron y luego intentaron montar entra la lengua común y sus variedades regionales y sociales es un fantasma o algo parecido a un centauro; en fin: palabra que cuenta con un concepto pero carece de referencia, fenómeno muy frecuente en las modernas terminologías científicas.

    No es que las diferencias no existan: por eso las variedades son variedades y hasta la propia lengua común también es una variedad de lo que se llama diasistema lingüístico, pero una variedad de otra clase o de otro nivel. Lo que sucede es que los acentos están mal puestos: en el lugar donde unos ven fronteras y barreras, en realidad hay un constante movimiento de “mercancía” lingüística que se transporta en dos direcciones: desde las variedades regionales hasta la lengua común y viceversa. La variedad que suele hacer “compras al por mayor” es precisamente la lengua común de la comunidad que le ha dado el nombre, en este caso la lengua aragonesa. Y lo curioso es –proseguía yo en mis cavilaciones– que, a la larga, en lo que al vocabulario se refiere, la lengua común se apropiará de toda la riqueza léxica del conjunto de variedades geográficas, sociales, profesionales y de otro tipo. Llegará un día –me decía yo– en que salga un libro en el que tengamos descrita la nieve de los Pirineos con las más variadas palabras, frases y otras formas lingüísticas que se guardan en distintos baúles de recuerdo –modalidades del aragonés que se hablan en distintos valles pirenaicos–. Y hasta –¡quién sabe!– habrá algún escritor que saque del olvido la lengua de los “navateros” para describir algún episodio de la vida de su personaje. Pasó poco más de un año desde aquella madrugada –todos tenemos nuestras manías, y la mía es levantarme con los gatos, que son más madrugadores que los gallos– y yo tuve el privilegio de leer la última novela de Chusé Inazio Nabarro –Reloch de pocha– antes de que fuera publicada.

    Es una joya y, como toda joya, tiene tantas facetas que los futuros críticos se cansarán explicándolas una tras otra. Sé que yo mismo, al releer esta novela una y más veces –es que cuento con el permiso del autor para traducirla al ruso–, descubriré en ella algunas cosas que no he visto claro durante la primera lectura, que siempre es más rápida que otras. Pero guardaré para siempre la enorme sorpresa al ver realizado mi pronóstico de hace un año: Chusé Inazio Nabarro nos ha regalado una poética lingüística –¿o una lingüística poética?– de la nieve de los Pirineos y nos ha llevado río abajo a bordo de una “nabata” en compañía de sus simpáticos personajes.

    Aleksey Yéschenko  

    [Este artículo fue publicado en Diario del Altoaragón, de Huesca, el día 27 de diciembre de 2006, p. 34. También vio la luz en Heraldo de Aragón, de Zaragoza, el 10 de enero de 2007, p. 28, y en la revista Fuellas, 176, noviembre/abiento 2006, p. 35.]

    Chusé Inazio Nabarro: “escritor en a fabla de l’agüerro”

    Escritor en a fabla de l’agüerro
    Recorres os clarors de todas as añadas
    Ta retornar-nos os nombres de os perditos
    Os que no merexeban iste país d’olbido
    Y remanen ausens difuera de o tiempo.
    Recorres, solo, os orizons de fuellas
    Rechirando entre sangres y oros.
    Das o que tiens y encara una promesa
    Por parabras, fuens tacatas de molsa
    Y de futuro. Os didos i pasas
    Como por una piel femenina.
    Chuan Chusé Bielsa Alquézar: Finestra de noviembre.
    [Del libro O Manatial de Sietemo I. Uesca: CFA, 1991]
    Es encomiable la buena mano que tiene Francho Nagore para dar con una palabra que germina escondida bajo el musgo del olvido y desprecio y lanzarla, dotada de nuevos sentidos, a la palestra literaria del Aragón multicultural y plurilingüe. Muchos han sido los vocablos y términos aragoneses que, salidos de su pluma, despertaron a una nueva vida pero la voz agüerro estampada en el título de su segundo libro de poesías –Cutiano agüerro (Zaragoza: Porvivir Independiente, 1977)– es la que ha adquirido el mayor potencial semántico convirtiéndose en uno de los conceptos clave de la poesía actual en aragonés común. El primero en ocuparse de este fenómeno –la irradiación de la idea de otoño por fuera del campo semántico elemental de “las estaciones del año”– fue Ánchel Conte: en un artículo publicado el mismo año 1977 en el histórico semanario “Andalán”, el autor de No deixez morir a mía boz destaca los valores polisémicos que la palabra agüerro revela en varios poemas de Francho Nagore para confluir en el tópico del otoño existencial asociado con la decadencia de la lengua y la cultura aragonesas.
    Un análisis más detallado de los valores simbólicos de agüerro nos ofrece la contribución de Ángel Crespo a las V Jornadas de Cultura Altoaragonesa (Huesca, 1983), titulada “El simbolismo de la palabra agüerro en la poesía en lengua aragonesa”. Según Ángel Crespo, en la obra de los tres fundadores de la actual poesía en aragonés común –Francho Nagore, Ánchel Conte y Eduardo Vicente de Vera–, la voz agüerro adquiere una gama de sentidos que comienza con los valores generales de ‘tristeza’ y ‘tiempo’ y, tras rozar en más de una ocasión los sentidos propios del campo semántico de ‘vida’ y ‘muerte’, termina por reflejar significados subjetivos como ‘el tiempo histórico que le ha tocado vivir al poeta’ o ‘el propio territorio de Aragón asociado a ese tiempo’, con la particularidad de que todos estos sentidos dejan traslucir una sensación de desolación y abandono. Ahora bien, no se le escapa a la mirada atenta de Ángel Crespo la dicotomía ‘vida’/‘muerte’ adelantada en la dedicatoria que el propio Francho Nagore pone al comienzo de Cutiano agüerro –“ta l’agüerro / may d’a muerte / y de l’asperanza, / simién d’a vida / desbenidera”– y desarrollada en el poema “Orazión de l’agüerro” que abre la segunda parte de este poemario.
    La visión que tiene del simbolismo de agüerro Chusé Inazio Nabarro es, podríamos decir, una suma dialéctica de su personal lectura de la obra de quienes forman el trío de la primera generación de la poesía en aragonés común y de la doble interpretación in bono e in malo que hace de este concepto Ángel Crespo. Varios han sido sus acercamientos a este tema mas, en esta ocasión, vale destacar dos momentos que dan fe de la formación de esa visión. El primero tiene fecha de 1985 y cobra forma del poema titulado “Recloxidando lo benién agüerro” que ocupa la página 44 de su libro O mirallo de chelo (Uesca: PCFA), obra ganadora del IV Premio de poesía en aragonés “Ana Abarca de Bolea”. El título de este poema apunta a otro de Francho Nagore –“Agüerro recloxidáu”– que abre Cutiano agüerro pero, para ser fieles a la verdad histórica y poética, debemos recordar que el de Francho Nagore no es sino una recreación poética en aragonés de tres bellos versos de Miguel Labordeta: “Esta flor tan hermosa que vibra al viento / su dulce ritmo dormido / nació para morir y alimentar así los labios desnudos del otoño”. El epígrafe que Chusé Inazio Nabarro toma para su poema del citado “Orazión de l’agüerro”, de Francho Nagore –“Agüerro / may sagrada / d’o calién estíu, / y mar ta do bi-plega siempre / a vida apedecada”–, parece estar en disonancia con la imagen de “nació para morir y alimentar…”, pero el poeta taustano encuentra una convincente solución al dilema ofreciendo, en el cuerpo de su propio poema, un canto a la esperanza y a la vida:
    Os figos, puntuals emisaires de o benién agüerro,
    s’en son ius
    dixando-nos n’os labios
    l’añal clamadura de os carrazos:
    “Bi ye plegau o tiempo de parar
    l’azamallo de a fambre
    y d’atá-se con rasmia alpargatas de polvo”.
    Con o roscadero de o deseyo
    por emplir
    y o gabiñete de l’asperanza bien esmolau,
    nos n’iremos ta o biello semontano
    y sobre os suyos adormius viñeros
    –esforrazinaus y de nusatros
    a la fin–
    bendemaremos as ugas,
    pezons
    numerosismos
    de as diosas.
    Otro momento que cierra –por ahora– la formación de la visión poética de agüerro en Chusé Inazio Nabarro tiene una fecha más cercana y se presenta en forma de introducción y comentarios para la edición crítica de Cutiano agüerro (Zaragoza: Gara d’Edizions, 2007). El repaso de críticas y referencias de todo tipo que había merecido esta obra de Francho Nagore le permite a Chusé Inazio Nabarro poner de relieve la inusual polifonía del lenguaje poético de Nagore cuyo centro regenerador está, según sus palabras, “en la antitética simbología de la voz agüerro que, entre sus valores connotativos, combina tanto el concepto de muerte como el de vida”. De este modo, la todavía corta historia de la poesía en aragonés común y el caso particular de la polisemia de la palabra agüerro confirman, una vez más, la verdad universal del poder creador de la inspiración poética capaz de despertar a la bella durmiente del lenguaje coloquial.
    El poema “Escritor en a fabla de l’agüerro”, de Chuan Chusé Bielsa, que hemos puesto como epígrafe del presente artículo, también puede servir de una nueva ilustración de la citada verdad porque nos regala una metáfora que surge de la combinación del nombre de una lengua y de la denominación de una estación del año: “a fabla de l’agüerro”, o sea ‘el habla del otoño’. Como sucede con toda metáfora, el significado de “a fabla de l’agüerro” no se reduce a la suma aritmética de los sentidos de las palabras que la forman: al entrar en contacto –en el contexto particular del poema y en el contexto general de la poesía en aragonés–, estas palabras se funden para constituir una nueva unidad de nominación capaz de expresar algo nunca antes dicho, visto ni oído.
    Podríamos echar mano de esta metáfora para referirnos a cualquiera de los escritores de Aragón que han escogido el aragonés como herramienta de su trabajo pero, en la bóveda celeste de la literatura en lengua aragonesa, las estrellas se han situado de tal modo que las coordenadas de su cenit corresponden al nombre de Chusé Inazio Nabarro quien es, podríamos decir, el prototipo del “escritor en a fabla de l’agüerro”. Nabarro pertenece a la generación de escritores que se dieron a conocer a principios de los 80 del siglo pasado. En el día de hoy, es el escritor más prolífico en lengua aragonesa: ha publicado varios libros de poemas merecedores casi todos de los principales premios literarios existentes en Aragón para este género, cuatro libros en prosa –novelas cortas o selecciones de cuentos– y más de media docena de relatos breves aparecidos en libros colectivos siendo un caso excepcional en el panorama literario aragonés que, según ciertos estudiosos, se caracteriza por una “bajada”, “desaceleración” o “agotamiento de la […] fecundidad que los escritores en aragonés estándar venían sosteniendo”.
    Los párrafos que preceden constituyen una parte de la versión castellana –más que libre– de unos apuntes redactados en ruso que yo había puesto en manos de Natalia Shkurátova, responsable de relaciones públicas de la Biblioteca “Máximo Gorki”, de la ciudad de Piatigorsk, días antes de la presentación de mis traducciones al ruso de algunas obras de escritores de Aragón, que, por un acuerdo con mi editor Chusé Aragüés, habían sido donadas a ese centro cultural. Los verdaderos protagonistas de esta actividad a la que acudió un selecto grupo de hispanistas, periodistas y lectores deseosos de acercarse a la literatura de Aragón cultivada en tres lenguas distintas, han sido Chusé Inazio Nabarro, con su Reloj de bolsillo, y José Giménez Corbatón, con El fragor del agua.
    La encargada de presentar El fragor del agua fue Victoria Dobrozhánskaya, cantante y compositora, que intercaló en su disertación varios fragmentos del libro porque, dijo, “su lenguaje parecía reflejar, con las palabras rusas, la magia de las palabras españolas”. Natalia Shkurátova, por su parte, comenzó diciendo que es difícil sorprender a una persona cuya vida transcurre literalmente entre los libros con algo realmente nuevo pero Chusé Inazio Nabarro, ayudado por su traductor, lo ha conseguido con su Reloj de bolsillo presentando ante los lectores rusos “cuatro vistas diferentes desde cuatro tragaluces del tejado de una misma casa, cuatro ventanas abiertas hacia otros tantos paisajes cuádruples” donde había transcurrido la vida de un personaje tan entrañable que llega a ser un familiar más de la persona que acaba de conocer su historia. La novela corta de Chusé Inazio Nabarro, según Natalia Shkurátova, puede servir de una magnífica introducción en el tema aragonés en sus vertientes histórica, literaria y lingüística tanto más que el lector de la versión rusa de Reloj de bolsillo cuenta con un estudio de la obra de este escritor en el contexto del panorama literario y la situación lingüística de Aragón. Es admirable, dijo Natalia, que, por medio de este libro que narra la vida y las peripecias de un aragonés “crecido en el país de bojes, en un pueblo en medio de Sobrarbe que viene a ser lo mismo que decir en medio de la nada”, los lectores rusos tengan acceso a tantos y tan variados aspectos de la historia, cultura y mentalidad aragonesas.
    Un comentario especial, dijo la bibliotecaria rusa, merece el hecho de que el autor de Reloj de bolsillo haya optado por elevar el aragonés a la categoría de verdadero protagonista de su obra. En ciertos momentos, la narración cede paso al apasionado discurso que aboga por defender el idioma de su pueblo, por conservar este acervo cultural que tiene su cuna en los valles del Alto Aragón pero ello no hace menguar sino acrecentar la intensidad y la efectividad del mensaje. Es que el conflicto de intereses, el drama íntimo que sostiene el armazón ideológico de Reloj de bolsillo no tiene nada que ver con desavenencias o pugnas falderas que sustentan un sector pujante de la novelística actual. Y como escritor y poeta que es, Chusé Inazio Nabarro acepta el reto del destino de la única manera posible: escribiendo, como lo hace el narrador de su obra tendido en medio de la nieve: “De ahí en adelante, mi mano ya había perdido todo respeto –a la hoja en blanco y a la nieve intacta– y escribía, al fin, ligera, como si fuese avanzando con patas ajenas”.
    Las palabras de Natalia Shkurátova me traían a la memoria el siguiente párrafo de un trabajo de Antón Eito Mateo que, publicado hace poco más de diez años, no ha perdido su actualidad: “La literatura, es hoy por hoy el pilar clave del aragonés. En espera de las necesarias medidas políticas y administrativas (la tan añorada ley de lenguas, y su entrada en la enseñanza reglada), la continua aparición de libros en aragonés, de vocabularios, de textos variados, de revistas, etc., son el soporte que mantiene viva la lengua, y las constantes reivindicaciones. [“Breve acercamiento a la poesía en aragonés”, en IANUA 1 (2000), p. 64.]
    Aleksey Yéschenko, hispanista y traductor
    Piatigorsk, Rusia

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