304 Pachinas
450 g de peso
Formato de 14 X 22 cm
Año d'edizión: 2018
Coleczión: viceVersa
ISBN: 978-84-8094-413-7
ANIKO DEL CLAN NOGO / MUSGO BLANCO
Traduziu por Aleksey Yéschenko (Алексей Ещенко)
PVP:19,50 EUR
Sinopsis
Entre las cubiertas de este libro, el lector encontrará dos novelas de Anna Nerkagui: Aniko del clan Nogo, su ópera prima, y Musgo blanco que es fruto de su vida en la tundra, experiencia singular que ha culminado en un nuevo descubrimiento de su gente y un replanteamiento de su visión del destino de su tierra.
En Aniko del clan Nogo, el mundo de la tundra aparece duro y apacible a la vez. Sorprende la expresión común de importancia y dignidad patente en los ojos de los nenezos, de sus ídolos de piedra y de las bestias de la tundra. Por primera vez en la literatura rusa, la escritora se atreve a plantear el drama de la protagonista –representante de una etnia minoritaria– que se encuentra en una encrucijada entre dos formas de vida y dos culturas: la de su propio pueblo cuyo futuro es incierto y poco esperanzador y la de la pujante civilización global.
Musgo blanco es una especie de secuela de Aniko del clan Nogo. Las dos novelas están vinculadas por el protagonista y el argumento, pero, a diferencia de Aniko del clan Nogo, donde la trama se construye en torno a la experiencia personal del personaje principal, en Musgo blanco el contexto se amplía hasta abarcar el panorama de crisis actual que está viviendo hoy la comunidad neneza.
El motivo vinculante de Musgo blanco es el motivo del camino. Camino que conduce del pasto al pueblo, del desamor al amor, de la infancia a la vejez, de la tundra a la civilización... El amor como el rey de los sentimientos, como la sangre que da vida al género humano convive en la novela con el amor entendido como una ofrenda que se hace en nombre de la vida que es una lucha callada por uno mismo y contra uno mismo.
-
20-12-2020 web
MEMORIA DE LA NIEVE
Antonio Pérez Lasheras
Universidad de Zaragoza
Anna Pávlovna Nerkagui (Península de Yamal, Siberia, 12 de diciembre de 1952) es una autora rusa, perteneciente a la etnia minoritaria neneza, dedicada mayoritariamente al pastoreo de renos y que habita en la tundra siberiana. Como todos los niños de su tribu, a partir de 1957 en que se decreta la educación obligatoria, fue educada en diversos internados y, al finalizar sus estudios de enseñanza secundaria, ingresó a la Facultad de Geología del Instituto Industrial de Tyumén. Pero, frente a la gran mayoría de sus compañeros, Anna volvió en 1980 junto a los suyos, a Laborovaya, y se dedicó a la instrucción de los niños nenezos, creando “Tierra de Esperanza”, un proyecto que incluye un espectro muy amplio: escuela en la que se instruye en su cultura ancestral y en cristianismo ortodoxo, edición de libros, fomento de los avances agrícolas y asentamiento de la identidad de su pueblo. En un momento en el que su tierra se ha convertido en el mayor productor de gas y de petróleo ruso y que sus hombres han ido abandonando su antigua forma de vida, ella lucha por la educación en los principios y valores ancestrales de su pueblo.
Anna ha destacado como una de las primeras creadoras de su etnia (se calcula que apenas son poco más de 40 000 miembros, de los que tan solo 30 000 son capaces de desenvolverse en su lengua), dando a conocer, por medio de relatos y de recopilaciones de carácter más antropológico, el pensamiento, las costumbres, la espiritualidad y la forma de vida de los nenezos. Comenzó su carrera literaria con Aniko del clan Nogo (1976) y prosiguió con Ilir (1979), tras lo que siguió un largo silencio, en el que dio comienzo su reconocimiento. Siguieron, ya en la década de los noventa del pasado siglo, Musgo blanco (1995) y El Callado (1997), considerada por su autora su mejor obra.
Gracias a Gara d’Edizions, a la intachable traducción del ruso de Aleksey Yéschenko (en ningún momento se transluce el ruso original y se respetan los términos nenezos) y a la breve, pero precisa introducción de Natalia Dvortsova, podemos disponer de los primeros textos en español de una autora que está cobrando cada día mayor predicamento. La propuesta editorial que reseñamos recoge su primer texto, Aniko del clan Nogo (de 1976) y uno de los últimos, Musgo blanco (de 1995). Dos novelas cortas que describen a la perfección la vida y la visión del mundo del pueblo nenezo. La primera plantea la dicotomía entre las costumbres tradicionales de un pueblo y lo que se supone implica la modernidad. Los niños que van a los internados ya no vuelven. El sentido de pertenencia, de identidad y la obligación de los mayores de continuar con una forma de vida ancestral van creando un coro de personajes (humanos, pero también animales) que pueblan un relato en el que se describe a la perfección los mínimos detalles de la vida y los sentimientos nenezos. La segunda se centra en dos personajes, Petko y Alioshka, que se encuentran en un tiempo de espera: que vuelva de la ciudad Ilne, la hija del primero y el amor adolescente del segundo. Por este amor, Alioshka (que supone el hilo de unión entre las dos novelas, al aparecer ya en Aniko) ignora a su esposa y se amarga la vida en una espera imposible.
En ambas novelas la cultura neneza aflora con toda su crudeza, pero también con toda su bondad, su ingenuidad y su belleza. En 1834, los nenezos fueron obligados a convertirse al cristianismo ortodoxo y, desde entonces, mezclaron su espiritualidad ancestral a la nueva exigencia, Domina, así, un animismo en el que Num es el dios supremo, encarnado en todos los elementos de la Naturaleza, incluidos los fenómenos atmosféricos, al que se sacrifican renos blancos en primavera y otoño, que nunca puede ser representado y que, en su versión cristiana, se confunde con San Nicolás, el centro de todas las acciones. Nga es su hijo. que domina el mundo de los muertos (siempre presentes). Después están todos los espíritus de la tierra y del agua, que impregnan a todos los seres de la creación. Incluso la chimenea tiene su espíritu. Y todos ellos son representados por los chamanes en figuritas de madera o piedra.
Nerkagui dejó de crear ficciones para ofrecernos libros de recopilaciones de refranes, costumbres, creencias nenezas: Sabios refranes de los nenezos (2014), Adivinanzas de mi abuela (2015), Leyendas y tradiciones (2015) o Canto al creador (2015), que configuran una sólida muestra de la mitología neneza y de la fusión de una cultura ancestral con la religión ortodoxa.
Como un tratado de antropología se nos describe una forma de vida destinada a la desaparición: el animismo y la espiritualidad presentes en todos los seres de la creación, incluso aquellos que se muestran como enemigos o, más bien, contrincantes (como el lobo), o los que irradian vitalidad, como los árboles o la tierra (“que es madre, Dios y salvación”); la especial concepción de la familia; el particular concepto del amor; la fidelidad de los recuerdos; esa filosofía de la experiencia contada tranquilamente al calor del fuego, el humo de las pipas y el vaso de licor...
Fuen:
-
14-04-2019 web
Yuri Guirin, hispanista y traductor.Investigador titular del Instituto de literatura universal Máximo Gorky, de Moscú
ANNA NERKAGUI, LA VOZ DE LA TUNDRA
Reseña de: Nerkagui, Anna: Anico del clan Nogo & Musgo Blanco; Introducción: Natalia Dvortsova, Traducción del ruso: Aleksey Yéschenko, Zaragoza, Gara d’Edizions, 2018, 304 pp.
Antes que nada, es obligado destacar la noble labor de la editorial zaragozana Gara d’Edizions que, entre otras cosas, se dedica a promover una colaboración de vía doble entre las literaturas española y rusa. No es este el primer libro por el que debemos estar agradecidos a su persistente empeño, pero este caso es excepcional por tratarse de dos novelas ‒publicadas en un libro‒ de Anna Nerkagui, escritora neneza que escribe en ruso y merece ser conocida por el lector español.
A primera vista, su obra parece inscribirse en la llamada “prosa del campo” que estaba de moda en mi país en los años setenta del pasado siglo cuando nuestra escritora hizo su incursión en la literatura soviética. Pero Anna Nerkagui, oriunda de la inhóspita tundra, rompe las normas de una corriente literaria: ella canta a su tierra, que ni siquiera es tierra, sino más bien la nieve, con escaso sol y mucha noche, canta a esa tierra, de la que se considera huérfana como todo el pueblo suyo, y, ello no obstante, lo hace con tanta maestría que se erige en la voz de este “fin del mundo” que es la península de Yamal. Konstantín Lagunov, su descubridor y mentor, la define como “la genuina hija de la tundra. Ha llegado a ser su voz. Su corazón. Su conciencia intranquila”. ¿Cómo es su mundo? Anna Nerkagui escribe: “La vida en la tundra es severa no solo por el clima, es dura por el modo de vivirla”. Por algo, en su lengua materna, el apellido Nerkagui quiere decir ‘inquebrantable’.
El libro que el lector hispanohablante tendrá el placer de acoger en sus manos, le promete muchas sorpresas. Y no tanto por lo exótico del ambiente, como por el estilo. Los títulos de sus novelas sí saben a exotismo, pero la esencia es inmanente a todo ser humano capaz de sufrir el dolor y los sufrimientos de otros. Los sentimientos que afloran entre líneas y la misma escritura son profundamente existenciales. Las dos novelas ‒Aniko del clan Nogo (1977) y Musgo blanco (1995)‒ están penetradas de un panteísmo arcaico, propio de un pueblo cuya historia había transcurrido en la periferia del mundo que se dice civilizado. Es una literatura escrita y autoral, eso sí, pero lleva la huella y la impronta de la tradición literaria oral. Y esta calidad le presta su mayor valía y una unicidad inapreciables.
En cuanto a lo netamente literario, en las tramas de sus novelas hay de todo, pero por encima de este todo está la necesidad de bregar sin poder darse un descanso. Los nenezos están condenados a una lucha que no parece tener fin: contra la naturaleza y contra unos mismos, contra la agresiva “civilización”, contra la muerte que acecha a los renos que son su vida y su pan de cada día... Viven en un ambiente hostil y en un mundo muy trágico: “La vida es una lucha callada por uno mismo y contra uno mismo”. Todo ello aparece en las bellas páginas de Anna Nerkagui que son bellas por ser rudas, o sea, perfectamente adecuadas al mundo que ella conoce desde dentro y lo representa como escritora profesional. Lógicamente, la escritora, crecida en un ambiente poco menos que tribal, no podía dejar de impregnarse de los mitos, fábulas y leyendas de su pueblo.
Pero ella destaca el papel y el poder del silencio. “Para nosotros, los nenezos, guardar silencio resulta más útil que hablar. El silencio es nuestra salvación”, dice Anna Nerkagui. Lo notamos ya en la novela Anico del clan Nogo que es un canto a la solitud, esta solitud que, en la infinidad de la nevada tundra, deviene poco menos que alucinación. Una solitud que, sumada al silencio total como modo de vivir, ya es algo más: es una soledad. No es casual que salga a flote la afinidad con el Nobel caribeño quien se consideraba el ser más triste del mundo: Gabriel García Márquez también sabía captar lo trágico del vivir cotidiano, aunque le hubiera tocado vivir en un clima radicalmente opuesto al de la tundra siberiana. Pero tampoco le faltaban mitos y creencias populares. La paradójica tipología de estos dos escritores nos llevaría muy lejos. No creemos que éste sea el caso de cavar hondo, pero sí vale la pena de prestarle atención debida.
A decir verdad, los mitos sempiternos que Anna Nercagi utiliza como base de su narración son mucho más orgánicos y bellos: basta citar el mito del Musgo blanco y del Musgo negro que, además, es generador de otros mitos.
Esta breve reseña bien merece terminar con la primera frase de Aniko del clan Nogo, por lo melódica y sugerente que es: “El lobo apoyó el hocico sobre sus patas delanteras y aplicó el oído a los aullidos de la tempestad”. Hay veces cuando una sola frase encierra en sí todo el contenido de una obra. Al igual que una gota del agua lleva el sabor de todo un mar. Evidentemente, este es el caso que subraya la calidad de la escritura de Anna Nerkagi: estamos ante una muestra notoria de alta literatura. Por cierto, son muy tristes sus novelas; tristes, pero inquebrantales, o sea: muy nerkagui. Vale la pena que cada uno que las lea aprenda a ser un nerkagui.
Queda por decir que este bello libro va precedido de un profundo y edificante estudio de la profesora Natalia Dvortsova y aparece en muy adecuada traducción de Aleksey Yéschenko quien comparte con Chusé Aragüés, de la editorial Gara d’Edizions, la noble tarea de la promoción de la obra de Anna Nerkagui en el mundo hispanohablante.
Fuen:
-
01-04-2019 Noticias de Ugrá. Tyumén
Obras de Anna Nerkagui se publican en español
Тюменская область сегодня <tumentoday.ru>
Sergey Kozlov (Tyumén, 1966) es escritor ruso. Redactor jefe del periódico “Noticias de Ugrá”, editor jefe de la revista “Ugrá”.
Dos novelas de Anna Nerkagui, escritora neneza nominada en dos ocasiones ‒en 2015 y 2018‒ al Premio Nobel por la Universidad Federal de los Urales, de Yekaterinburgo, y la Universidad de Tyumén, fueron traducidas al español.
Se trata de las novelas Aniko del clan Nogo (1974) y Musgo Blanco (1996), publicadas en forma de un libro. Recordemos que la editorial “Semana Rusa” ha editado recientemente una selección de varios títulos de esta escritora recogidos en dos volúmenes, entre los que había algunas traducciones al inglés, lo cual es condición necesaria para la nominación al Premio Nobel.
Anna Nerkagui vive en la localidad de Laborovaya situada en la península de Yamal. La escritora es conocida no solo por un lenguaje original y un sistema imaginativo sui generis, sino también por una concepción del mundo que es una amalgama de la cosmovisión de los nenezos y la religión cristiana. Por su iniciativa, en Laborovaya fue edificada la iglesia ortodoxa de San Miguel Arcángel y fundada una escuela donde se imparte un modelo de enseñanza basado en las ideas de etnopedagogía.
La introducción, titulada “Tierra de esperanza de Anna Nerkagui”, lleva la firma de Natalia Dvortsova, profesora de la Universidad de Tyumén, integrante de un grupo de críticos y estudiosos de la obra de la escritora neneza que han hecho posible que su nombre sea conocido en Rusia y en el extranjero. En los párrafos finales de su ensayo, Natalia Dvortsova resume el valor de la obra humana de Anna Nerkagui, ferviente devota de los pueblos del norte, de esta forma: “Libros de papel y libros de piedra, el templo de San Miguel Arcángel, construido por Anna Nerkagui en la tundra de Baydarata, y escuela para niños nenezos: son obras que forman parte de un plan de acción que consiste en crear en el extremo polar de la tierra una Tierra de Esperanza. La escritora abriga la esperanza de que la muerte no sea más que un nudo que se ata en el largo cordón de la vida y que, después de la muerte, comience otra nueva vida y todo lo que una persona está haciendo ahora también sea parte de la eternidad”.
Hace algo más de veinte años, después de leer la novela Musgo blanco, Konstantín Lagunov, escritor que, hacía otros veinte años, había ayudado a la joven estudiante que era entonces Anna Nerkagui a dar los primeros pasos en la literatura, le dirigió una carta abierta: “Creo que, al cabo de los años que has dedicado a llevar la vida de tus compatriotas, recorriendo la tundra con rebaños de renos en busca de mejores pastos, ya tienes cargada tu mente con un inmenso caudal de hechos, paisajes, problemas e ideas tan necesarios para todo escritor. Ya es hora de retirarte a un piso que tenga calor, luz y otros atributos de una vida civilizada. Después de todo, tú eres el ser a quien Dios ha dotado de un talento excepcional, eres la única quien puede atreverse a contarle al mundo sobre la vida de los nenezos, sobre sus necesidades, dolores y problemas. Sí, para ti que eres hija de la tundra, la vida nómada es cómoda y llevadera. Pero el destino no te ha reservado el oficio de una pastora de renos, sino el arduo, responsable y honorable camino de la escritora para que seas la voz de los pensamientos y aspiraciones de tu gente”. Pero Anna Nerkagi se ha quedado a vivir en la tundra y sigue siendo escritora y educadora que va creando un particular libro de oraciones por la tierra que la vio nacer.
Y cuando Anna Nerkagui volvió a dirigirse a sus lectores después de quince años de silencio con una nueva novela ‒El Callado (1996)‒, ella comenzó el prólogo de este libro con las siguientes palabras: “Ahora, volviendo la mirada al pasado, puedo decir con toda seguridad que la vida del escritor no es la edad del cuerpo, sino el estado del alma. Todo lo que me ha sucedido me da derecho a sostener esta verdad. Además, la edad del escritor es sobre todo un estado de conciencia. Pasaron 15 de silencio. […] Dios tardó 15 años en convocarme a levantar la obra que me tenía asignada. Me infundió la responsabilidad por la palabra, por la vida que me ha tocado vivir en este mundo. Ahora sé lo que yo necesito y lo que me sobra. Ahora reconozco con alegría que solo soy una oveja perdida, una hija pródiga, y que llegará el momento en que regrese a la casa del Señor. Pero no para descansar en ella, sino para responder al Padre por el modo que he escogido para disponer de los regalos que me fueron dados. Muchos de los que leen ahora mi confesión entenderán mis palabras sobre los dones como otra versión de la parábola bíblica. Pero esto que estoy diciendo es una verdad que yo misma me he descubierto. Para que yo diera con ella, el Señor me guio a través de tales sufrimientos del alma, sobre los cuales es doloroso hablar y escribir. Pero yo no me quejo. Entiendo lo amable que ha sido Él para conmigo, porque merezco un castigo mucho mayor”.
Anna Nerkagi continúa su misión y su ministerio. Acabamos de enterarnos de que su voz ha volado a España. La propia escritora aún no ha visto su libro editado en español. Pero, según me dice Sergei Simakov, director de la editorial de la Universidad Estatal de Tyumén, lo recibirá la semana que viene.
Fuen: tumentoday.ru
EN MEDIO DE LA NADA
Más informaziónRELOJ DE BOLSILLO
Más informaziónЖУРЧАНИЕ ВОДЫ
Más informaziónКАРМАННЫЕ ЧАСЫ
Más informazión